domingo, junio 10, 2007

El sonido del pensamiento

Muchos años me dediqué a la traducción, a la difícil tarea de comprender... Traduce quien comprende, quien logra leer a profundidad un texto, culquier texto, y logra expresarlo en el propio idioma, al menos en mi caso. Traduje algunos gordos libros de filosofía. Como todo traductor, generé mal entendidos (errores, pues) memorables: tonterías. Hablo de cuando, además de la juventud y la curiosidad, había necesidad. Elementos, todos, casi imposibles de separar de la traducción. El mayor adelanto tecnológico, cuando dejé de traducir y me convertí en editor, fue una máquina eléctrica que compré en abonos y me pareció el paraíso mismo. ¡Cómo y cuánto hubiera trabajado con las computadoras!, ahora que la erudición es tan démodée, pues todo está a un paso de googlearlo, y no hay referencia ni cita, por oscura o críptica (bueno, quizás la crítica de Crescas a Aristóteles o algún cabalista portugués) que no ceda ante algunas horas de navegación transatlántica. Leí y dejaba que mis dedos pensaran, el sonido, entonces, del pensamiento, era el golpeteo de la máquina, de las letras al pegar en el papel para mancharlo con sus formas. ¿Typewriter?, le pregunta una juvenil editora al escritor octagenario. No sólo nunca había visto uno, no sabía lo que era, pensando en el linotipo. Todo a cuento porque he encontrado un sencillo programa que le da sonido de máquina de escribir, de typewwriter, a mi computadora, y lo he instalado y me he dedicado a pensar con los dedos como hacía muchos años no lo hacía. Ahora escribir es mucho más silencioso, el ruido ha dejado de ser parte pensar. Inútil del todo, pero harto nostálgico. Cuán accesorios y prescindibles resultan ciertos acompañantes del pensamiento: la pluma fuente, la máquina de escribir, el humo del cigarro... de cierto, la computadora, pero todavía no nos percatamos.

1 comentario:

Leo Ávila dijo...

Tu post me hizo recordar gustos escondidos (por caprichosos -ya sabes, uno que no quiere acabar de desencajar en el mundo-). Me encanta la mecanografía, el tip-tap, el ruido que acompaña a una reflexión que, sin mecanizarse, tiende a la armonía por adecuación. Por otro lado, la traducción (¿me preguntas qué tendrá de culposo? Te contesto que lo malo es que no la hago bien).
Saludos desde el blog que las ve al revés.

-recomiéndame el software-


zvwlh

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