martes, mayo 15, 2007

Notoriamente improcedente

El Fondo de Cultura Económica, tan benemérito, me respondió a pregunta expresa por medio del Sistema de solicitudes de información que los datelles completos que solicitaba precisaban la fabulosa cantidad de 8000 fojas. Obediente como soy, pagué los cuatro mil pesos pedidos y esperé, si no contento, ansioso. Cuando recibí la información me mandaron menos de 2000 fojas y ninguna más explicación. Presenté, desde luego, recurso de revisión ante el IFAI, donde pedí la devolución del dinero y la investigación de tan extraño comportamiento. El pleno declaró notoriamente improcedente el recurso. Para el pleno solicitar la devolución del dinero pagado de más no era, bajo interpretación alguna posible, estar en desacuerdo con lo cobrado. Avatares del derecho, imagino. Presenté (bueno, mi abogado) amparo ante la justicia, como dicen. Me otorgaron el dicho amparo y le pidieron al IFAI aceptar el recurso, cosa que no hizo, sino que recurrió el dichoso amparo. El colegiado que estudió el tema les dijo, palabras mías, que era por demás obvio que quien solicita la devolución de un dinero pagado de más no está de acuerdo con lo cobrado, pues si estuviera de acuerdo, no solicitaría devolución. Ratificó el amparo y el FCE me devolvió mi dinero y el IFAi avisó al órgano interno de control por si hubiera dolo o mala fe. ¿Para qué tantas vueltas? ¿Cómo algo notoriamente improcedente puede generar tanta controversia? En México todos legislan y todos juzgan. Si el FCE dice que su archivo es archivo público, ¿no debiera probarlo? Si la SRE dice que fotocopiar daña los documentos, porque están encuadernados, ¿no debiera probarlo? ¿Tiene la capacidad legal el IFAI para dictaminar como obra la correspondencia del autor con la editorial y prohibir su reproducción, pese a que la propia ley del derecho de autor permite una copia privada? ¿Tiene sentido que, si pedí copías de todo el expediente de alguien al El Colegio de México me pidan ir para seleccionar lo que quiero copiar? La cantidad de pretextos para no entregar la información es delirante. Paciencia franciscana, imagino el antídoto.

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